A menudo oí tus palabras aunque no supe cuál
era su candil o su sombra. En el hilo del aire que guía
tu pensamiento hay trampas oscuras, en el trasluz
relámpagos que nadie presiente, llaves de oxidadas
cerraduras que alguien abrirá sin querer. Es la verdad
un oasis sin cuerpos, el reloj preciso nunca traiciona,
la falacia escribe palabras viajeras como lánguidos
visajes de olvido. No te preocupes si el recuerdo
no halla un pilar en el mármol más firme, las historias
son topos acostumbrados al silencio de las cavernas,
lo que has dicho es el paradigma de la nieve, volátil,
efímera igual que el perdón que se diluye tras el calor
de un presente que desdice los signos y ama el rumbo
de una flecha que nos ignora.
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