a B.G.D.
Esas manos pellizcan la luz,
el silencio se desdobla en su voz como un hilo sutil.
Lo que dice es color, pátina que envuelve el cuadro
con las palabras del amor, murmullo que se posa
en la textura líquida o carnal del óleo. Pero ella
misma fue cuadro de una niña triste, hoy su vestido negro,
su esclavina, sus pendientes de pluma recrean el halo
que dejó el instante. Al hablar miente, pues mentir
es negar lo inmóvil, la persistencia de la claridad
en la sombra del lienzo.
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