martes, 11 de octubre de 2016

Pasajero de tu ausencia

Hay lluvia agreste, la firme argucia del volcán,
todos los días de todos los días que mienten.
Plenitud, sí, con la piel henchida y los músculos
atentos, gloria, sí, cuando es de noche y aún puedes
esconder las monedas del flujo. En tu mano el anillo
quema el cobre, quizá un símbolo vuele sin un porqué
o la identidad no cubra el vestido que acostumbras
a mostrar. Nunca vibran los relojes si estás presente,
el color acicala el verbo que no dices y en una máscara
los labios se encienden como álbumes o estrellas. Sé
que no habrá misterios por descubrir, sé que un eco
nunca será lombriz de la luz. Guarda para mí la penumbra
de un portal herido, su sombra, su armonía en el silencio
convierte mi rostro en un adiós. Todavía en las mariposas
verdes encuentro la orilla, el suburbio donde vivo, la muerte
y sus aceras. Hay un resplandor oscuro que es un nombre
o un ardid, el bravío incienso de tu piel deshabitada.

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