Esos pasos, esos pasos que aún no son ayer.
La virginidad es una flor perfecta que muere
en su éxtasis igual que un ladrido en los ojos
del tiempo. Alas, sí, alas que no vuelan, historias
que vendrán como dragones amables, luces en la luz
de un futuro de guirnaldas. El amor cocina versos
en la ciudad que imaginas, los hijos, el instante
que confunde estrellas con la dulzura de escuchar
el silencio de los copos, la magia de las mariposas,
el placer que huye de ti igual que un felino asustado.
Todavía creo en los días, en la sed de la aurora, en los ojos
tristes del crepúsculo. Sé que vendrá una orilla despoblada
o un círculo donde ya no esté. Y, sin embargo, en la cruz
de este misterio que es el el devenir acabado yo no claudico.
Sigo y persigo la añoranza de mis horas álgidas,mientras sueño
una muerte dulce entre las rosas que nunca se marchitaron.
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