Es un corazón sobre otro corazón, el azabache
del tiempo no nombra la aurora solo la magia
de una belleza transparente y efímera, un símbolo
fugaz. Sus brazos escriben en el aire notas breves,
aullidos de simpatía.¿Y sus ojos?, un resplandor
que interroga al espacio como una campana perdida
entre los ecos de la jungla. Son las palabras una verdad
sin memoria, basta el amor a la plasticidad(troncos
como hembras tendidos al azul, el río sin pertenencia
que llueve y llueve en los ojos heridos). No quiero
su nombre en el mío, solo una paz que se insinúe
en la piel, que roce el áspid del deseo, que devuelva
a la finitud su sentido. Hoy hablo del instante de la luz,
su párpado imberbe en mi boca, la calidez de un diálogo
que regresa para morir en esta noche sin luna.
Siempre un placer recorrer tus versos, Ramón.
ResponderEliminarUn abrazo grande
y
enhorabuena
Ana
Muchas gracias, Ana. Un fuerte abrazo.
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