lunes, 21 de diciembre de 2020

El espejo

 Si pudiera invertirme, penetrar en la lisura,
absorbido igual que un átomo libre, si
nadara o nadase en el mercurio con ojos
grandes de libélula para volver a la edad del niño,
al túnel invertebrado que me busca, si en el envés
hallara un rincón pequeño, mínimo, de añoranza,
si el hongo de la luz que amarillea perfilase
mi faz, le diera calma, expandiera el aire en sonrisa,
recordase la piel joven, imberbe de cicatrices, luz
que azotó la desesperanza. Si más adentro, en el liquen
del azogue yo viera paisajes claros, albas, un mar
en mi cuerpo poblándome con nimbos, caracolas,
tritones vírgenes. Si en el descuido que es tan solo
una mirada, constante, profunda, hacia la sombra
que dejé, semilla que hoy arroja su calendario de muecas
infantiles, que recuerda las palabras mudas en un reflejo
de labios, en unos ojos que miran al presente con paraísos
invencibles, eternos, como el sol que un día después de otro,
renace. Si todavía creyera que soy una historia, una minúscula
historia sin mañana, entonces no le tendría miedo al espejo.

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