sábado, 26 de diciembre de 2020

Despertar

 Esta branquia del dulce polvo ambarino.
Mañana que pulula en el ventanal, se vierte
en el lomo de la caoba, transparencia de átomos,
claridad o sol de alas en mi habitación. Si fuera ciego
andaría sobre la nube de la luz, hasta la huella limpia
de la noche. Si fuera sonido de pasos haría de la música
un rondo de cabelleras, un juego de azabache, una canción
de moscas alegres. Puede la luz existir sin un nombre,
seda o tul del aire que roza tus enaguas, el marfil
y la plata, los libros y las cómodas, paredes vacías y llenas,
almanaques hostiles al tiempo, rectángulos o cuadros
que refulgen como niños albinos. Asoma el día con diez
golondrinas escarlatas, rompe los espejos, devora el carmesí
de las alfombras, muestra un rosal en la oscura quietud del rincón.
Y yo despierto, y tú duermes, con tus labios en la luz, como una hechicera.

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