Si tú has comprendido que no hay vuelta,
yo entiendo el albor. Se abren las ventanas
y un aire nuevo roza tu piel. Hablas como
nunca antes hablaste, ríes como recordando
un gesto que te vestía, miras al norte con la candidez
pura del mañana. Rejuvenece el diario que una vez cerraste,
es claro el silencio y un esqueje ruboriza tus manos
ocultas hasta ahora. Alguien piensa en ti y tú lo sabes,
alguien que no dice su nombre llora cuando no estás.
Siente su proximidad como si no tuvieras de tiempo
de recordar el pasado, como si el deseo con su álgida
llama una vez más te poblara.
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