Me acuesto y me levanto contigo,
piel, tronco y vísceras que alientan mi fe.
Has sido tallo enjuto que brota infantil en el designio.
Conozco el perfil, la suavidad o el encrespado jardín
de tus miedos. Sé del peso exacto en que sobrevives,
la metamorfosis que día a día te maltrata.
Hay islas que crecen dentro y fuera de ti
como náufragos de la decrepitud.
En los oscuros engranajes donde habitas
el alma escucha un rumor de sangre coagulada en las concavidades,
un espacio en el que manda tu noche cuando la edad procrea.
Los hilos del pensamiento son tu contrario
porque no entiendes los mensajes infinitos de la eternidad.
Ahora mírate en los pliegues,
en la dureza que puebla tus dedos,
en la cornea borrosa que te impide ver
el futuro que vendrá
como un alud de palabras sin memoria.
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