No ignoras el destino que vendrá.
Se oculta el sol de ti,
fluye el río bajo tu isla,
el cúmulo y el nimbo
dejan en el iris espejos oscuros
como cristales sin patria.
Tú persistes en no descubrir los límites del horizonte,
quisieras cohetes en un cielo infinito
o eternidad en la piel, o un amor que durara
lo que duran los presagios y la luz.
Aún confías en las risas, en el abrazo,
en la comunión de una familia feliz.
Se han roto las telarañas alegres,
el aire o el viento soplan la verdad de la finitud,
la singladura de este viaje hacia un cosmos voraz,
la ceniza que manchará los labios de quien fue tu razón,
el olvido que desde el devenir imaginas
como una bandera alzada a los pies de la memoria.
Bonito poema.
ResponderEliminarBesos.
Gracias, amiga, por dejar constancia de tu paso. Besos.
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