sábado, 29 de diciembre de 2018

Soñando

Quisiera entregarte el sello último de una rendición,
que fuéramos oro bajo las puertas de Brandenburgo,
aurigas que no temen la muerte en un Coliseo abarrotado,
el humo de una hoguera a los pies del Himalaya.
Y acompañarte en las islas más azules y desiertas,
perdernos por la ciudad de los minaretes un julio tórrido
sin agua ni hambre, sentir tú y yo el fervor de la resistencia
en un París ocupado, besándonos en un metro sin vagones,
furtivos como animales amantes. Y escuchar juntos
el rumor de las fuentes en una mezquita blanca
bajo el aroma de los naranjos. Todo eso quiero darte,
al menos su luz, su memoria, el sueño de los iris
que al mirarnos estallan contra las olas del presente
y niegan el círculo oscuro que poco a poco nos rodea
en la penumbra de este túnel sin espejos.

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