Hay un trozo de luz en los espejos
donde la claridad tiene tu forma,
hay ventanas sin voz, cuerpos sin horma
en las paredes fósiles, reflejos
que pueblan los pasillos con la herida
de los recuerdos rotos. Hay veladas
en que fuimos tapiz, horas pasadas
entre paredes mudas. Una vida
que no mira al futuro, un hoy esquivo
que permanece fiel tras la callada
imagen de la luz. Somos edad
que vive sin memoria, un sol cautivo
de alado resplandor. Una mirada
en el rostro senil, la levedad.
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