En las cosas la magia nos deslumbra,
las manos del orfebre, las fachadas
de los viejos palacios, las calladas
estatuas de ojos fríos. Todo alumbra
los sueños con la luz de lo infinito.
El lujo de la bóveda dorada
es un arpegio fósil, la mirada
encuentra eternidad, solo es finito
el instante mortal que ahora vivo.
Me duele lo fugaz como una pena,
como el espejo efímero, cesura
que no logro fijar en el cautivo
eje de mi existir. Es la condena
de la humana verdad, la vida impura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario