Hay un silencio febril en las cosas
como si nada fuera real. Luz
que habita el porvenir, un contraluz
que no mira al pasado, aquellas rosas
que un abril marchitó. Sol del futuro
y de la languidez de las mañanas
cuando el aire golpea las ventanas
con su voz de metal y en el maduro
espejo se desnuda el tiempo vago.
Mi espera no se rinde porque hay luces
que moran en los zócalos, reproches
que niegan el ayer como un aciago
recuerdo en los pasillos, como cruces
que reviven por ti cada mil noches.
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