jueves, 19 de noviembre de 2015

Mi fantasma

Siempre fuiste un fantasma. Un fantasma
bueno, sí. Porque quien puebla los sueños
crece como una flor en el jardín de los días,
se asoma a la luz, descubre el hemisferio
que le da razón a su vida. Siempre fuiste un
reflejo en los cristales desnudos, una faz que
se esconde detrás de los visillos opacos como
una infamia o un eco. Siempre serás el símbolo
y la argucia de un episodio que sucede, de una
memoria que te encumbra sin querer, sin que
tú adivines el valor del silencio. Siempre serás
la lejanía del adiós que no ha conocido el abrazo
de esta invocación que no admite otro sol que
la ceniza de tu arbitrio.

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