La felicidad es un asunto volátil.
Se reconoce cuando ya ha pasado,
en el presente se desliza como el aire tibio,
un mundo en color.
Toda la felicidad se resume en un grito,
la voz frente al mar que espanta las olas
y mide la lejanía del horizonte
con ojos de desafío.
Yo no recuerdo haber sido feliz
sólo recuerdo el halo que el éxtasis deja en los cuerpos,
la materia de la luz dibujando mi piel,
la lluvia tórrida contra mi rostro
mientras la risa ahogaba el miedo.
Tampoco os recuerdo
-ni a ti, ni a mi, ni a nadie-
pues la vida tiene el don
de ir borrando las huellas
con las miserias del día
o el pasajero rubor
de una carcajada en tránsito.
No,
no esperes de mi
un álbum de fotos perpetuamente señalado,
ni las palabras que viajan hacia un ayer de fantasía,
ni el goce repetido de visitar el mismo pub
o aquellas plazas donde el amor se poso en la mirada,
ausente de sí
como un desliz
o un susurro
o una caricia
que frota los dedos de la luz.
La felicidad vive hoy en este poema
que la niega,
porque hablo de mi
y describo en el espejo sin azogue
su espectral lisura,
su densidad que ya no pesa
en mis horas de paz,
en mis horas blancas
inmunes al vaivén de su látigo.
tal vez la felicidad es cuestión de actitud,
ResponderEliminary aprovechar todos esos buenos momentos que nos da la vida
Un abrazo
Es posible, si. Gracias por pasar. Saludos cordiales.
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