Hay días que no miran al sol. Al contrario
descienden al escalofrío, subyugan el amor.
Hay días de cansancio que sobrevuelan la piel
marchita. Y ojos que sufren el daltonismo del miedo
cuando asoma la libertad entre la hojarasca imberbe.
Hay días en que no quisiera ver el rostro de quien
me acompaña, pero son los menos.
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