Es tan hermoso el mundo.
El mar en mi, el cielo en ti,
la vida en nosotros.
Aún sin conocerte ya existías aquí,
en la memoria de los trenes pálidos,
en las noches de espera
bajo la luna
del lúpulo y la fe.
Es hermoso
vivir desde la piel joven de los sueños
con cerezas en las manos
y un sol valiente
en la mirada.
Es hermoso pasear por tu cintura
algunos días cálidos,
gobernar la deriva de una ciudad inerte,
concebir la lujuria
mientras el río de las horas
deja un rumor de aire triste
en los labios.
En tus labios de fruta fértil,
en tu semilla
de alba.
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