Y lloverá sobre lo llovido, como en un círculo terrible
de letanías los alfileres del recuerdo hincan sus puntas
de ardor en la mejillas de mi ser, y vuelven las margaritas
a surgir sobre los campos de ceniza, y regresa la estéril
canción del niño que balbucea misterios de azar bajo
las sábanas infantiles, también tú conoces la luz
escondida en los arpegios, por eso murmuras notas
sin color en las madrugadas cuando nadie oye el pálpito
antiguo que en tu sien es un mar de anhelos sin
la bondad de la orillas, bajo el carcaj que esconde
las flechas rotas de tu adiós hay un cúmulo de paraísos
ocultos por el desencuentro, entre los oasis
de una comunión lejana y azul yacen las flores
de la penumbra, más allá de los soliloquios
está el fósil de la palabra, en el lugar de los espejos
que miran al sol la desnudez de la noche se aleja como
te vas tú en la barca invisible del olvido hacia la lejanía,
hacia el rumor de la evocación, hacia la difuminada luz
que apenas finge conocerte cuando tu nombre es ya
una nube que cruzó rauda por la memoria de mi cielo.
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