Porque se siente su llegada como una sombra
y la luz hinca sus rodillas, cubierta por el palio
gris como una novia tímida esconde el rubor
de sus cabellos entre sábanas de opacidad;
y de pronto la celestial caída y su ritmo, a veces
lánguido, otras irregular según el capricho del viento,
en ocasiones transitoria, a menudo constante como
una ceremonia inacabable que atraviesa los días
con su bendición de ángel, en el cristal rosa líquida,
en mi recuerdo la transparencia de tu vestido que mojó
la lluvia cuando aún desconocíamos nuestros nombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario