martes, 21 de junio de 2022

Un halo de ti

 

Me cubre tu párpado que un día cayó del sueño,
en qué atmósfera de linces solitarios se agita ese bosque
que con sus ramas roza las caries de tu ser.

Una levedad sin ángel te acompaña, un cigarrillo gris
que nunca brilla en el cepo infantil de los labios,
tu corazón sufrió bajo la marea de un alcohol verde,
océano voraz donde naufragan las colinas que izaste.

Había en tu rubor, rebeldía, son así las hogueras del crepúsculo,
desafían a la luz para suspirar por el rojizo astro que claudica.

Un teléfono de címbalos y clarines resuena,
tu voz es un flujo de pétalos, tu voz crepita, tu voz aúlla,
tu voz ya no finge una madurez sin alma.

Me recuerdas a los pájaros del invierno,
no hallan cobijo bajo el ramaje que fue su hogar,
son olvido, pues su memoria se ha roto con el último eclipse de la vida.

¿Por qué la náusea si son incógnitas tus minutos de espera?
¿Por qué abrazar el silencio, sentirte ausente, así, de pronto?

Cómo tremola el candil ante la ráfaga áurea de un viento sur.

Revive, búscate en el espejo que te miró desde niña,
la ilusión sobrevive al azogue como un pájaro a la niebla
o un ejército de nubes a la aurora, hállate, no en el río,
sino en la raíz, no en el fuego sino en el mármol perenne.

Un misterio, un clamor de jauría en la madrugada,
solo quiero recoger la siembra si tu vuelves a la semilla.

Ahora que ya no estás un halo de ti reaparece
para ser esa luz que se rinde sin condiciones
a la nostalgia irreal de mis días.

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