Hoy me espera la nube del ruiseñor
que es canto y azul,
que es lirio enroscado en la sed del día.
La casa de abril florece, hay un jardín dentro
escondido en los cajones de la alcoba
-madre siempre temió el frenesí de los esquejes,
la flor en los ojos de la estatua-.
Vibra el pálido sol en las persianas,
huele a confidencia
y a hierbabuena
y a tu perfume
de pachulí.
Milagros cocina el pastel de cumpleaños,
el humo decora las paredes
con el azúcar que sangra desde la quietud del molde.
Vienen los pájaros como ascuas caídas en la terraza húmeda,
suda mi rubor porque el incógnito esconde su mapa en la cerradura triste.
Y es la araña y sus cristales un bocado de luz,
y es la lágrima de los cuadros la canción del sueño,
el almanaque inmóvil donde los duendes bailan
una danza de espejos.
En el pasillo la luna habita el temblor de un teléfono,
dibuja cielos de plata en voces desconocidas,
mengua o crece en los segundos de una conversación,
las bocas no saben que hablan un idioma invencible.
Ahora mis pasos regresan a la geometría de los metros cuadrados,
y soy la cruz en el altillo, la inocencia que se enquista en el sexo,
porque hay un ángel en tus omoplatos, porque hay en mi ingle
un rostro que se parece al tuyo cuando me das la espalda y te alejas.
Triste poema.
ResponderEliminarBesos.
Gracias por tu visita, Amapola. Besos.
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