Bajo mis cejas un mundo de lobos recorre la luz extinta.
Hay un lunar en mi pecho que se parece a una isla pirata.
De mi ombligo nacen esporas, surtidores de agua fértil,
colibrís sin alas, nenúfares que sueñan con pájaros verdes.
Las rodillas son homónimas, se aman como besos perdidos,
odian como gatos sin sol, ni ratones al alba, ni claridad en los ojos.
En mi piel se dibuja el frío del silencio, la lluvia del fulgor, el estigma
de la cicatriz, la estalactita que expele humo azul, tu voz que se ha ido.
Este es mi cuerpo y sus emblemas, así me veo yo cuando te nombro.
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