Solo conozco las extremidades de mi cuerpo: las manos,
los pies, las uñas, las falanges. El corazón huye de mí
como una sombra esquiva. En los espejos soy la rama,
no la raíz, en los eclipses el satélite que oculta el sol,
en tu cama la huella que deja mi cuerpo al irse. No
sé por qué del río solo escucho el sonido lúgubre
del mar, nunca el canto que brota del manantial.
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