Las bicicletas despiden un eco
de salmos al atardecer.
El acantilado navega, sombrío,
con la frente ahuecada.
Nosotros, como agujas vestidas para el sueño
seguimos el eclipse que en lo alto se estrella.
Paz en el vientre que desprecia su tamaño,
gorrión que en la tribu da vueltas y calla.
Una alfombra de soles comienza a caer
cuando la noche sobre el mar tiende su espada.
de salmos al atardecer.
El acantilado navega, sombrío,
con la frente ahuecada.
Nosotros, como agujas vestidas para el sueño
seguimos el eclipse que en lo alto se estrella.
Paz en el vientre que desprecia su tamaño,
gorrión que en la tribu da vueltas y calla.
Una alfombra de soles comienza a caer
cuando la noche sobre el mar tiende su espada.
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