Cuando me visita tu sombra, yo elijo hablarte.
Te digo lo que mi sombra piensa, que no es igual
que lo que dice mi cuerpo. Me sorprende
la inquietud de madre que muestra el gris amorfo
en que te desdoblas. Quizá debiera entender
que no hablo contigo, que a tu sombra le duele
este desconcierto. Le hablaré al espejo
y al ventanal donde a veces te acodas,
con la esperanza de que al fin me oigas
y así yo escuche tu silencio.
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