miércoles, 2 de mayo de 2018

No me llaméis Cassius


“Cassius Clay is the name of a slave.
I didn't choose it. I didn't want to.”

Muhammad Alí.

El vuelo es un don que aprendí sin querer. De niño,
los élitros sobre los campos de algodón, la música
del metal, simple y nerviosa tras el óbito. Bailar
cernido por el aire y la sombra, en una urdimbre
de músculos y venas -porque abrazar el tiempo
es abrazar la luz-. Entonces supe del rayo y la espada,
del color indómito de la sangre en el escarnio del pómulo,
en la herida insomne de la esclavitud. Todo comulga
con el ardor como si hogueras invisibles iluminaran
la raíz rebelde de un latido negro, como si el ascua
alzara hacia un corazón letal nubes de euforia, altivez y pálpito
en un cuadrángulo de cuerdas y lonas rojas. Soy el tizón
de un ángel que descubre y maldice los cuerpos que callan,
la inocencia servil de un pájaro que sin su fe se desvirga.
Mi orgullo escribe frases de horror en los nudillos; ruge
al fin la venganza secular y yo dialogo y lacero para no morir
de la muerte de los otros, para ser aurora de eternidad,
un símbolo que hoy golpea con su mazo de dioses
el suburbio ancestral de la injusticia.

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