jueves, 10 de mayo de 2018

La huésped

En este instante, un pájaro vuela sobre ti, para

que al fin lo arrulles. El café duerme, tu sonrisa

es un mar difuso que acampa en el cristal.

Hay un color sin color que desconoces y un ritmo

suave de pianos adormecidos, sílabas

en el mantel, rojos estambres de amapola.

La noche vive entre los duendes del silencio

y una mirada cruje al bies del velador, vencida de luz.

Al tacto la piel sigue siendo la piel, aunque los carámbanos

de la edad hablen hoy sin pasado. El camarero

no sabe del mañana ni de la ausencia, solo escucha

las lágrimas de un reloj que escribe cada día su epitafio.

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