lunes, 7 de mayo de 2018

Versos sin alas

Y es que aún no sé decir melancolía, porque
encuentro el rastro de la piel, del murmullo
y el clamor a través de una habitación en sombra;
a la lumbre de un candil, arrojados por la virtud
del espejo al oasis de los cuerpos -brillo, nieve,
llama y crisol- hasta la mañana encendida y el mar
encumbrado sobre caballos de espuma, lánguido
en ósmosis el silencio, el aire y la duda entre vapores,
canesú, cenefas y un azul de mediodía. Claridad
en los signos del vestidor, el aura de un galope
hasta el fieltro hollado, como si los segundos
fueran pálpito de hojas alegres o un sur de magnolias
a los pies del éxtasis; una orilla donde escribir
los versos sin alas que en el instante del amor supuran.

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