Es como un aire que no se materializa,
un fantasma que habita la isla de otros,
una imagen que se escapa del círculo
de la carne. Y, sin embargo, qué dulzura
si la alegría viste el fluido del sueño
o la memoria invoca el pasado con
aspas de juventud, de niñez o de paisajes
compartidos. Qué suerte si vuelven a la vida
los reflejos de un sol inmortal, si aún en los labios
de la sonrisa se escucha el rumor de mi paso
como un hilo que entreteje las huellas
de una felicidad que yo también añoro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario