Sí, aún vendrá la estación de las hojas resplandecientes.
Sí, aún vendrá el presagio del azar como una risa náutica.
Sí, en las horas vividas, en los retales que se abren sobre
los muslos del tiempo, en los laberintos que solo tú y yo
conocemos se escribirá la luz en mis ojos ajados. Es el
tiempo de las margaritas azules, del unicornio marrón,
de los ángeles que se niegan a encontrar un cielo que no
responda a la claridad. He dicho una sola palabra y esa palabra
me hace libre, es un yo que ha entregado su piel a la duda,
al silencio y la caricia. Es un yo que que ya no se ve en los espejos,
solo crece cuando las telarañas estrechan su red sobre la isla
que ha construido mi pasado de sombras. Es un yo que se viste
con las huellas de un mar de cristal o con las raíces de un soliloquio
sin héroes.
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