Qué próxima la luz.
Qué beso en mi pupila rota.
Qué enjambre de estrellas
en los brazos de la noche.
Qué incendio ilumina
el recuerdo de otro lugar,
otra historia, otro candil.
Qué eco en la piel lúbrica.
Qué sin fin de flores caídas
entre el deseo y la incertidumbre.
Qué resplandor herido
cuando los ojos
miran hacia el abismo
y solo encuentran la nada.
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