Pesa el oro blanco de la piel. Su vestido
ocre abierto como una luz húmeda. Habrá
un futuro de mariposas y otro de labios tristes.
Habrá silencios, ojos sin fe, espaldas que sueñan.
Y una perversidad en el amor y otra en este lánguido
gesto que nos une en el adiós.
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