Mi error fue creer que te conocí en un libro.
No,
la voz que traslucía los silencios
dejaba un poso en mi razón
igual que una ola intacta.
Sí,
porque las horas vencen a la mentira
y uno espera la rugosidad de la piel
entre sorbo y sorbo de anís.
Hasta que la boca y los gestos son uno,
entonces el hechizo calla y callas tú
y callo yo
y somos el filo del día en la noche
o de la noche en el día.
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