Hoy me enfrento a mí
aunque el mar no reconozca
las huellas de la virginidad
y el cielo sea un pájaro
que nunca acaba de asomar
en mi incertidumbre.
Veo más allá de esta playa el sinuoso edificio que construí
con los pasos inversos y la lucidez tardía de los trenes que pasan.
¿Qué río es mi sombra,
cuál águila ya no planea sobre el lienzo infantil
de los ojos menudos?
Qué calma la de este otoño,
lamen las olas su cántico,
los pinos se comban heridos
por el aire que longevo no detiene su látigo.
Mis recuerdos se parecen al azul que nunca existió,
al rombo que apacigua el candor de la noche,
a ti cuando me hablas y no soy yo el pretérito que sueñas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario