jueves, 26 de mayo de 2016

Aquel hilo que un día nos unió

Lo que ya no soy se escribe en metáforas.

La luz en la luz es un libro abierto,
tu voz en mi voz un suburbio sin amparo.

Ese color, otro color, la palabra, el tacto, la mirada del instante...

Mis rodillas en las tuyas como un arco iris sin espejos,
el incendio que nadie contempla bajo las arcadas de la noche.

El arbitrio de la lluvia
cuando cae, cae y cae como el alud.

Tu éxtasis que no adiviné,
junto a qué música, en qué vaso de licor,
en cuál siniestro círculo de camaradería y adiós.

Mis horas que son blancas como la nube en las manos.

De ti a mi la franja de un reloj es infinita,
te mido en huellas,
en vacíos que invocan a los días futuros
con la falsedad de los sueños.

Arde un mar diminuto en mi bolsillo,
el aire cruje cuando muere la decisión
de no presentir una llamada en la penumbra.

Así son los lobos del tiempo,
voraces, esquivos, indolentes
igual que estigmas que se abaten sin un dios ni una raíz.

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