Está poblada de recuerdos.
Cada hebra es un día mortal,urdimbre donde reposa tu mejilla,
suave como papel de seda
en mi faz hostil.
Toca con tus manos la espesura
que esconde los horarios invisibles.
Siente el rigor entrecano de las huellas,
vacíate en la maraña como un ave perdida
en los círculos del azar.
No quiero pájaros que habiten su nido de castidad,
que sea un tesoro su raíz,
que nunca penetre la luz
en la escondida piel
que soy.
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