Tengo una flor pequeña, tímida,
que se esconde en mi abismo.
No crece ni se marchita, solo existe.
Yo la cuido con tesón de madre,
la riego sin pausa,
le imploro que no muera.
Ella no me dice nada.
Tuve que ponerle un nombre
y la llamé Esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario