martes, 19 de mayo de 2020

El bautismo del ángel caído

Estos andrajos ya no me soportan
con qué fuerza llueve ratas amigas
acurrucaos aquí entre las hojas
no me cubre la amistad el pudor
yace en el último reloj que vendí
desparramado este fósforo muerto
regado ocre su cera comprimida
el cigarrillo lágrima de muescas
astillas que el sudor del canalón vuelve
naves mutiladas si miro a la cuenca
del farol briznas acuosas se catapultan
forman un reguero de saliva el mástil
en que se apoya mi nuca recibe ese
hilo virginal de agua proscrita el sonido
de las alcantarillas tragándose el rostro
de la lluvia el soportal donde mi cuerpo
apenas cabe este olor pegajoso de levadura
esta piel que es un lloro ajeno los párpados
cuajados del mármol líquido pringoso
la mortaja del abrigo los zapatos el pantalón
confundido con los cartones del súper
con el vino aguado podredumbre que se vierte
en mis dedos orines que ya son rojos
el calcetín una esponja barata cruzan los coches
océanos brillantes el neón forma espejos
en el corazón de los charcos la música del agua
me llega me adormece tiemblan mis manos
se moja mi sed hasta las ratas huyen creo en ti
mi dios porque me bendices en esta noche moribunda
me mandas a los ángeles de la luz con una espada
líquida que se posa en mis hombros para siempre bendecidos

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