Hoy recorrí el camino de las babosas.
Crepité como un fuego amargo,
vencí a las golondrinas que no sueñan,
me reflejé en los cristales sin memoria.
La calle dormía en su esqueleto y ya no era virgen.
Otros portales, comercios, lunas, voces
clamaban por sus horarios , pero yo invocaba
tu perfil, la imagen de tu vientre, los ojos
inoportunos del desencuentro. Imaginé
un film de inútiles transeúntes , un beso
en los semáforos perdidos, hollé las mariposas
de los adoquines esperando un nido alegre
o un viento de alas ágiles. Ya nadie recuerda
la bienaventuranza de los coros, no hay música
que despierte la hombría ni candiles que envuelvan
en manto la luz del deseo. A menudo escupe el mar
olas cansadas y el faro es un árbol de lentejuelas
sobre el océano en sombra. Volarán los pájaros
hacia el invierno de mi carne como epitafios
que dibujan historias bajo el clamor de un sol
que las quema y vence.
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