domingo, 5 de mayo de 2019

Algo quedará

Soledad de trenes en el recuerdo
-el viaje estaba en mí y la noche fuera-.

Me pedirás un hongo triste
o un girasol que parpadee sin ver la luz.

Me refugié en la sombra de los espejos
-hay una doblez, un lado frío de vértices azules-,
en la transparencia de los vidrios,
en el aire que, mansamente, te cubre.

Nunca adivinarás el porqué de mis pasos
ni su rumbo de nave perdida
ni los motivos de la mirada
al volverse y mentir.

Siempre, desde que soy memoria,
amé la lluvia, el oro húmedo, su cal dorada,
su constante plegaria sobre los cuerpos,
el sonido blanco que deja su resplandor
en la lágrima de los charcos.

Ya no sé de la verdad más que su huella,
ignoro la sensatez del olvido,
pretendo flores de azahar en cualquier piel amante.

Y pasa la vida, como un meteoro invisible
que roza el corazón vertebrado de mis sueños.

Algo quedará-un signo, un aroma,
el instante en que el recuerdo se vuelve luz-
tras de mí.

Tal vez
o tal vez, no.



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