jueves, 30 de mayo de 2019

Y vi las islas

Los caminos de la nieve anuncian el sol.
En los travesaños del tren las islas se insinúan y el sol crepita
como una hoguera soñada. El silencio es amargo
porque sobreviven voces de despedida,
cantos dulces de amor, confidencias de amigo en bares sin luz.
Busco un libro sin título en el que leer sea ausencia,
espío el gong blanco de un reloj que palpita o muere.
Ayer me despedí de tu cuerpo y fue un escupitajo tu voz.
Había putas en los portales de la calle y viejos apretando sus vejigas.
Yo dejaba la gran ciudad, sin querer, como la noria arrastra el círculo.
El hogar, mi hogar ya no tenía padre, solo la urgencia
y las ventanas cerradas y un adiós esperanzado.
Y vi las islas, vi las islas desde un avión crujiente,
al descender, olas de arena, cactus amputados,
un orden de siroco y lengua reseca en mis ansias de incógnito.
Toda vida espera que el mar le lama el calor de sus sueños,
allí el sueño fui yo, la musculatura de un perfil contra la noche,
el ayer en los ojos como un tótem lejano.

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