Tu amistad es de sombra, de gas, de aire frío.
Piensas antes que yo, porque eres rumor de días pasados
en las olas de la vida. Te hablo como a un niño sonámbulo
que descubre en silencio las estancias vacías. Me recorres
con tu lengua escarlata, me posees igual que un eco
posee a la duda. Te esquivo en los cristales cuando la noche
cabalga el deseo, y estás tú y no la carne ni la humedad
que ansío. Me recuerdas al alguacil insomne de los párpados heridos,
en el crisol de tu espejo mi rostro será ausencia,
olvido, quizá el espacio en que una fotografía se vuelve mármol
entre los dedos que ya no invocarán el sortilegio
de una dualidad añorada.
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