Pueden ser las voces frías o la admiración de un padre,
cualquier gesto que crea la incertidumbre en la pisada
del niño que aún tantea el azar. Un latido que no suena fuerte,
una flor amarilla eternamente rota, las risas sin dirección
cuando la atmósfera es un ejercicio de olas que revientan
sin motivo.¿Fue el temor a la rebeldía o quizá la oscura
sinrazón de la luna que se pliega en su luz como la retráctil
espina que no fluye? Y así la juventud se vuelve un paso
vacío entre los yugos invisibles. Hay marcas que no alimentan
la piel, su sombra escoge los laberintos de un cuerpo vagamente
doblado. Tal vez no sea preciso vivir en el orgullo ficticio
de la nada, pero recuerda que tu inteligencia ha crecido,
que tus ojos pueden mirar al sol de los días con la certeza
de conocer su aliento, alimenta pues la raíz que mantienes
firme con los años que te han permitido volar hasta conocerte
a ti mismo, hasta la razón fiel que encierras en un puño
al que llamas experiencia, sentido y a pesar de todo probidad.
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