Siempre fui un amante de las historias escondidas,
en un libro, en el aire, en un reflejo volátil. Todos
los veranos regresan los pájaros tras las nubes escarlatas,
se fijan en un ventanal, en un neón, en el libertinaje
de lo que ya no somos al transcurrir entre los ovillos,
entre las mariposas o los árboles que la noche enciende
cuando dibujan el andar oblicuo de lo perdido, la bajeza
amarga sin historias Tú, eres alguien que existe o no y es que pasa
el arco iris de un gesto tuyo igual que un rayo frío. Volverán
los trenes a la estación olvidada, allí espera el aliento de la añoranza
bajo la luz de la princesa herida. Qué del estallido de las hojas
fatalmente caídas si a mí me gusta el vuelo de su fe suicida,
tan próximo a ti y a tu razón lúcida.
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