domingo, 6 de septiembre de 2015
Historia del recién nacido
Al principio es una palabra queda,
un susurro.
Luego el propósito disciplina los días,
ampara la noche con guirnaldas azules.
El fruto busca la similitud del árbol,
su conquista como savia que inunda
la primavera del hoy.
Ella sacrifica sus fantasías
con la piel de la reina madre,
él asiste con miedo a la liturgia
del qué vendrá.
Su carne levemente roja,
su lloro de rebeldía,
su necesidad de ver crepìtar el aire
en su atmósfera ciega,
así nace la virtud.
Ahora el tiempo es una esfera
donde el ritmo viaja lento
como un dinosaurio alegre.
Él piensa que hasta ayer
los astros caminaban bajo su horóscopo,
cuando lo mira siente el desliz de la necesidad
desde su isla anónima.
Hay risas, sí,
y descuidos
y amor
y también la intemperie
de una enfermedad fútil
entre los horarios de la costumbre.
Crecerá igual que un don sin raíz,
pospondrá su gratitud
hasta el silencio de la madurez
cuando ya sean los ojos de un padre
los que respondan.
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