sábado, 12 de septiembre de 2015

En silencio



Sólo una vez habló la rosa.

Entre veladores el humo llega
infantil hasta la pausa.

Tú pides el té negro que no conozco,
yo el café tenue en un vaso de cristal.

Me fijo en el ocaso de las vidrieras,
en la luz roja que se mantiene por un momento
bajo el haz.

Un leve murmullo de confidencias asoma,
yo dejo que la cuchara revuelva la espiral de mi
y me callo como el hemisferio
de cualquier satélite desconocido.

Empieza a llover en los vidrios esmerilados
y es como una canción que nunca más sonará
en tu memoria, en tu llave de palabras sin sol.

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