El canto en las arterias que agita la sangre
con melodías que bullen
como ángeles festivos
por el andén de mi cuerpo.
Un ardor de llama en la luna de los ojos,
chispas que brotan tras el confín profundo
porque la pasión es un animal salvaje
que muerde la paz con colmillos de lince.
Engaña la calidez con que calienta el corazón del frío,
la febril corona de su grito en la penumbra.
Es oro en la pupila del soñador,
confidente del blanco éxtasis
que late en la red de las pestañas
cual crisol de eternidad.
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