lunes, 18 de noviembre de 2024

Las inquietudes de un hombre simple que otea el final de su vida

 No sé qué decir. Hay preguntas insondables que lanzamos a un pozo del que solo se ve la negrura. ¿existe dios? ¿soy libre? ¿por qué morimos? ¿es el alma solo pensamiento? Ahora que la vejez está tan próxima me preocupa la existencia de Dios, simplemente porque la muerte empieza a abrir su puerta ante mí; la muerte es un hecho, una certeza, Dios es otra cosa, Dios es fe o razón científica, muchos teólogos, muchos hombres de ciencia han intentado armonizar esas dos vertientes aparentemente opuestas de la vida( Teilhard de Chardin, sin ir más lejos). Moriré sin saber nada más allá de lo inmediato, seré pasado, mi cuerpo hablará por mi, putrefacto y al fin convertido en polvo(polvo seremos y ya no enamorado)o en ceniza, vago recuerdo seré que el tiempo y el olvido fulminarán ineluctablemente; eruditos, filósofos, escritores en general, personas extremadamente inteligentes han negado radicalmente la existencia de Dios, Dostoievski con su “si Dios no existe, todo está permitido”, Nietzsche que no solo lo negó sino que lo mató(Dios ha muerto), Marx, Freud y bastantes otros que ahora no me vienen a la mente o que ignoro; o bien han puesto en cuestión la fe a través del sentimiento trágico de la vida(Kierkegaard, Unamuno...), no soy un teórico, estoy lejos de la intelectualidad, no sé qué decir ante la muerte y ante la existencia o no de Dios, soy una persona simple que no tiene miedo a morir(si al dolor, claro), pero es muy cierto que una pregunta, casi infantil, me inquieta a día de hoy profundamente(cómo será entonces mañana si continuo en este mundo),¿soy buena persona?¿he merecido la salvación si es que esta existe?¿me quemaré en las llamas del infierno cristiano por toda la eternidad(el infierno de los otros, como cualquier humano, ya lo he vivido). La lógica, la evidencia, la razón y hasta el instinto(no el de supervivencia, sino el de la no trascendencia) me dicen que todo acaba con la muerte, sin embargo una especie de atavismo va creciendo en mi interior, un temor ancestral e inexplicable(racionalmente) hace que cuestione lo que he hecho, lo que he sido en la vida. Ese miedo me aproxima a la filantropía, a la ayuda al prójimo, material o espiritual, pero por eso mismo me enerva su falsa raíz de última hora, el egoísmo que encierra: daré dinero a la beneficencia, colaboraré con alguna ONG para ganarme el cielo..., solo por si este existe vaya usted a saber... Creo firmemente, y sobre todas las cosas, en la justicia social, en el reparto equitativo de la riqueza, en la ayuda y la solidaridad entre los semejantes como principios que han regido mi proceder, por eso he tratado de actuar en la medida de mis posibilidades en consecuencia(siendo la honestidad, la probidad, mi bandera), aunque he de reconocer que he tenido también mis pequeñas miserias. ¿es suficiente para morir en paz? Ruego a Dios que así sea, ya veis que aun creyéndome agnóstico la educación que cada uno recibe tiene su peso en el alma.

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