Cántico de luz en la rosa del aire que cubre de fulgor
la mañana, clarean las voces que se izan jóvenes
como tallos de luminaria por la raíz sin parasol de la casa,
nos despierta un trino que brota del jardín con el eco
de la alegría perdiéndose bajo el dosel antiguo de tu nombre.
Es el día que extiende su canción de arpegio feliz
por los surcos aún en barbecho de los zócalos;
nieva la luz como racimo que derrama flores
de claridad, polen ardiente que dibuja en tu piel
el rostro infantil de la aurora, sábana que cae igual
que un párpado sobre la faz sombría de tu cuerpo.
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